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ÁREA PRECARIA

EL FINAL DE LA HISTORIA

Tras dejar caer la anchoa a una hambrienta gaviota que le perseguía y pensar eN todo el tiempo que estaba perdiendo y que podría haber dedicado a aprender a volar, se encontró a lo lejos a uno de esos pelícanos a los que su madre hacia referencia cuando le regañaba diciéndole que dejara de soñar ser como ellos y bajara a la realidad para comenzar a buscar comida.

 

Poco a poco se fue acercando, eligiendo aquellas corrientes de aire que le eran más favorables y le permitían volar más deprisa hasta llegar hasta él.

 

Una vez que consiguió estar a su altura fue comentándole sus sueños, lo que quería, lo que siempre había anhelado. Pero, por otra parte también le contó la negativa de su madre.

 

El pelicano le miro y le dijo: “Siempre intentamos que nadie salga de un patrón establecido, porque lo diferente da miedo, nos gusta que todos los que estén a nuestro alrededor hagan, piensen y actúen al igual que lo hacemos nosotros. Pero te diré que eres afortunado, porque has salido de todo ello, has logrado escapar del pensamiento establecido, ves las cosas desde diferentes puntos de vista, y eso te hace valioso. Piensas objetivamente y sobre ello  te lanzas, muchas veces al vacío, pues no sabes que te puede esperar al otro lado, al elegir diferentes caminos. Te diré que me gusta tu forma de pensar, es más, creo que te ayudaré, intentaré hablar con tus padres, te daré clases, aprenderás a volar, a hacer bonitas piruetas en el aire,  debemos potenciar eso que tienes escondido”

 

Juan Salvador Gaviota le miro, y le preguntó: “Pero… ¿Qué es lo que tengo escondido? No lo entiendo.

 

El pelicano se rió, era tan inocente…entonces le dijo: “lo que tienes escondido son tus ganas, esas ganas de volar, esas ganas de aprender, que sin duda son el gran motor del aprendizaje, con ellas podrás hacer lo que quieras”

 

Al poco tiempo, cuando todas las gaviotas observaron a Juan como volaba, le miraban pero no con desprecio sino con admiración, lo había conseguido, a pesar de aguantar con el sobrenombre del “raro” ahora estaba volando y todos sin excepción comenzaron a realizar el canto de las gaviotas.

 

Desde entonces  las gaviotas, no buscan solo comida, no solamente vuelan cerca de la arena, sino que hacen piruetas.

 

Así pues vemos, que como le pasa a nuestro amigo le pasa a muchos de los alumnos que se encuentran hoy en día en nuestras aulas, pues ven como su motivación intrínseca  no les sirve de nada, que las necesidades que intentan cubrir, al no  corresponder directamente con la escuela se van dejando a un lado. Nos proponemos tan solo enseñar unos conocimientos que llevan en nuestra cultura escolar hace millones de años sin darnos cuenta de que la sociedad cambia y con ella las necesidades y las motivaciones de nuestros alumnos.

 

Por lo tanto, ¿Qué haría como psicopedagogo de Juan? Realmente creo que lo que haría en la historia, hablar con sus padres y con sus profesores e intentar de alguna forma dar respuesta a esas necesidades que nos pide el alumno. Porque creo que todo esto viene desde un cambio más profundo de la escuela, donde se cambian las metodologías, la forma de trabajar, la comunicación entre los docentes, la cooperación, etc. No hagamos que todos nuestros alumnos sean tan iguales como productos de una gran fábrica, fomentemos el cambio, la  diferencia, porque es lo que nos hace seguir avanzando.

LARA ALCÁNTARA

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