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ÁREA PRECARIA

¿PORQUÉ INTERVENIR CON JUAN?

Al leer este texto, me han surgido varias preguntas que me han generado controversia:

 

Ante la pregunta ¿Cómo intervenir con Juan? Aquí yo me cuestiono, ¿por qué hay que intervenir sobre Juan? ¿Por qué debemos cambiar su conducta? ¿Debemos coartar su libertad, su autonomía, obligarle a actuar como “los demás”?

 

Por otro lado me surge otra cuestión ¿le dejamos volar? ¿Permitimos que Juan, mediante una postura radicalizada, y opuesta a su contexto se aparte del mismo y viva en soledad?

 

¿Cuál es la mejor solución para Juan, la normalización o la exclusión?

 

Si existiese la escuela de las gaviotas, la finalidad de la Educación Obligatoria sería aprender las normas de vuelo más elementales y eficaces  para poder atrapar anchoas. La escuela reflejaría un modelo escolar meramente técnico y transmisor de una destreza determinada, dejando a un lado el resto de factores que intervienen en la personalidad  de Juan que no pueden separarse en la educación de una persona (en este caso gaviota).

En esta escuela a Juan no se le permitiría volar, se intentaría intervenir sobre él hasta que asimilase la idea de volar para comer. El asimilacionismo cultural es uno de los valores principales de este tipo de escuela.

 

Sin embargo, si nos radicalizamos en la postura de dejar volar a Juan con la excusa relativista de que sea totalmente libre, nos encontramos en una escuela parecida a la anterior; con la única diferencia de que el interventor y los profesionales (bajo una postura de comodidad) deciden no hacer nada; no se interviene. De esta forma se genera una “distancia cultural” en la que no es posible la convivencia entre personas/gaviotas diferentes.

Al no intervenir, sucede lo que se nos muestra en el texto: A Juan solo, incomprendido que, a pesar de hacer lo que le guste, no es capaz de ser feliz pues se está apartando cada vez más de sus iguales.

 

Por ello, la intervención no ha de ser exclusivamente con Juan. Personalmente a Juan le dejaría volar, le guiaría a aprender y utilizar todas las técnicas de vuelo que podría usar también para buscar comida cuando la ocasión lo requiere. Intervendría con los padres y con las personas de su contexto para que aprendiesen a respetar a Juan, a ayudarles a conocer y entender otros modos de vida, a no clasificar las características de los seres vivos por su grupo (gaviotas, pelícanos, palomas… al igual que se hace actualmente con las personas: negros, blancos, europeos, marroquíes, americanos…). Al fin y al cabo el mayor valor de una persona es la libertad para escoger su propia identidad; y el mayor valor de los grupos humanos la tolerancia, el respeto y la convivencia a pesar de las diferencias individuales.

Aquí yo creo que reside la principal idea de mi intervención: la integración, que no es posible sin la convivencia y el respeto de las diferencias individuales.

Para ello, yo comenzaría fomentando el diálogo entre Juan y sus padres. La lengua es indispensable como vehículo de comunicación esencial y la puerta principal de la integración.

Nosotros, como psicopedagogos, tenemos mucho que aportar a la escuela y, por ende, a la sociedad. Hemos de mentalizar a todos los profesionales de que la escuela no es una fábrica que crea adultos con una misma cultura ni un mismo pensamiento, sino que debemos crear personas autónomas, ciudadanos de una sociedad por construir y cambiar, y fomentar esa comunicación cultural entre todos los miembros de la comunidad educativa. Porque quizás la intervención con Juan se sintetiza muy bien en las palabras de Federico Mayor Zaragoza; Convivir significa compartir vivencias juntos; convivir es encontrarse y conversar, “dar vueltas juntos” (cum-versare) en diálogo amistoso. Si “conversamos” en la escuela, estamos construyendo la convivencia escolar; si lo hacemos en la sociedad, en la ciudad, estamos construyendo la ciudadanía, la convivencia democrática”. 

Para cerrar, destaco la idea de intervenir con Juan y su contexto para no generar la exclusión; situación que se repite día tras día en nuestras aulas. En palabras de Gimeno: “Siendo seres sociales, la diversidad se aprecia también en los papeles y posiciones que tenemos, en los climas de los que participamos, en nuestras historias personales o por nuestro poder de intervención y de participación en la sociedad”.

ANA DE LAS HERAS

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